Liderar en pandemia

Durante la Pandemia los países del Norte no demuestran un mejor manejo de ella al de los países del Sur. El sobrante de sus vacunas no los coloca en una posición superior y ejemplar para ser seguido por el Sur. Antes bien, muchos países del Sur demuestran un mejor manejo. Con otras palabras, en lo que a Pandemia se refiere la secular categorización de países “desarrollados” y “en desarrollo” no se sostiene.

No se sostiene porque hay países “en desarrollo” que no solo hicieron un mejor manejo de su vacunación, sino que sus líderes empresariales, de instituciones de salud, de iglesias, incluso algunos políticos tomaron decisiones acertadas.

Ya no son sólo los indicadores de ingresos per cápita que ubican los países en una u otra categoría, sino los vacunados, infectados y muertos por el virus.

Es posible que una de las razones que expliquen este hecho sea el liderazgo sucedido en el orden de la salud pública, de las empresas, de lo político y lo religioso.  Todos los gobiernos obraron por ensayo y error. Unos parecieron acertar por un tiempo, sin embargo, a pesar de sus poblaciones extensamente vacunadas regresan a picos recurrentes.  Negar el desconcierto generalizado es querer tapar el sol con las manos.

¿Qué cualidades del liderazgo podrían explicar ese hecho?

 

La resiliencia de los líderes

Existen circunstancias comunes a varios países de la región latinoamericana y en particular en el caso colombiano en que durante más de cuatro décadas el narco tráfico afecta la vida social, económica y política de buen número de países

Al caso colombiano se le suma la narcoguerrilla. Esta sigue operando a pesar del Acuerdo de paz. Dicha narcoguerrilla cuenta con la complicidad del país vecino. País que, además, expulsa mensualmente decenas de miles de sus ciudadanos, hoy alojados en países de la región, pero principalmente en Colombia.

Ante tal flagelo hay que preguntarse ¿por qué entonces la economía y la sociedad colombiana avanzan en medio, además, de la Pandemia? ¿Será posible que la acción ejercida por los ciudadanos en su obrar llevado a cabo en empresas, económicas y sociales, de salud, de instituciones educativas y religiosas, de seguridad y políticas, contribuyen a  explicarlo?

Los medios de comunicación y las redes sociales publicitan la ausencia de liderazgo en el país, principalmente referido a las figuras políticas. Sin embargo, cientos de millones de decisiones las toman a diario los ciudadanos que tienen a su haber recursos. Unos aciertan en su buen uso, otros no. Los que aciertan, es nuestra tesis, son los que contribuyen a que nuestra sociedad avance.

¿Podemos describir las cualidades que caracterizan ese liderazgo silencioso pero efectivo?

Partamos del hecho que por las causas mencionadas al inicio de este escrito a las que se suman la generalizada incertidumbre jurídica de buen número de nuestras normas y bastante antes de la Pandemia, la resiliencia de quienes toman decisiones, unas de mayor impacto económico o social que otras, demuestra una índole que raya en lo heroico.

Heroico, porque existe una cultura anti empresarial en el país. Al empresario, no importa el tamaño de la empresa, se le atribuye codicia, injusticia, y ausencia de solidaridad. Como sucede en todo lo humano, claro que hay empresarios a los que se les puede atribuir esos defectos. Sin embargo, creemos ese no es el caso general. Y así lo fuera, pues la excepción vale la pena destacarla. 

Cualidades para liderar en Pandemia

Una lista posible de cualidades del líder, que se vienen ejerciendo a lo largo de esas cuatro décadas y que se intensificaron en el último año y medio podrían ser:

 

  • Ser paciente. Ante futuros indeterminados y con mayor razón a partir de la Pandemia, en medio de una creciente escasez de recursos los empresarios enfrentaron su devenir con multitud de acciones. Los hubo quienes debieron cerrar sus empresas por no poderlas sostener. Los hubo quienes se descapitalizaron para sostener a su gente. Gentes, algunas de las cuales aceptaron reducciones salariales temporales, pero agradecidas por haber logrado conservar su empleo.
  • Ser esperanzado. El que cree en un bien futuro posible y al que su experiencia y devenir lo dota de la posibilidad de alcanzarlo sin importar lo arduo del camino. Una cualidad no solo de quienes lideran, sino presente en buen parte de ciudadanos comunes colombianos.
Tener esperanza

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  • Ser humilde. El caer en cuenta que cualquier otro ser humano lo aventaja a uno en alguna cualidad. Así se trate de un habitante de la calle; uno desconoce sus circunstancias y más importante aún, cuál sea la intensidad del amor divino sobre dicha persona y su alma. 
  • Ser valiente y perseverante. La fortaleza como la llamaban los clásicos griegos. El amor por algo o alguien implica riesgos. El amor por alguien puede no ser correspondido. El amor por algo, un ideal, un bien material pueden no alcanzarse, sin embargo, en el intento hay que perseverar y ser valiente corriendo el riesgo de no alcanzarlo. 
  • Perdonar y ser perdonado. Parte precisamente de reconocer nuestras limitaciones y nuestra vulnerabilidad. Toda decisión nuestra entra a una red de miles de decisiones de otros que pueden alterar el curso de nuestra pretensión inicial. Y pueden darse consecuencias no previstas y no intencionadas. Es necesario entonces el pedir perdón y el ser perdonado.

Y no podemos omitir así la cultura contemporánea no la reconozca, a la fe. Sí, un número de los líderes silenciosos atribuyen su perseverancia el contar con la luz, la guía y la Gracia de Dios. Incluso hay quienes hacen explícitas estas, como es el caso del Eco Hotel Paraíso Terrenal que en su folleto de divulgación lee: “Somos un Eco Hotel Bendecido, amado y consentido por Dios y hasta malcriados.”

Lo dicho hasta ahora resalta razones que una cultura anti empresarial prevalente en el país no reconoce. Cultura una de cuyas inspiraciones es la de una ideología ya bastante erosionada. Los fracasos contundentes de esta allí donde ha inspirado regímenes políticos son patentes.

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La ideología de la rabia y el resentimiento

La rabia y resentimiento que cultivan es  ideología que supone la codicia cómo único móvil de la acción humana impiden alcanzar la indispensable concordia y solidaridad entre personas y grupos de población.

La tolerancia no es suficiente, es necesario ir a más, es necesario ver en el otro “al prójimo” de los Evangelios. Al hombre judío que víctima de atracadores brutales desfallecía a la orilla del camino. Pasaron varios que no lo asistieron. Lo asistió un samaritano –a pesar de ser enemigos estos y los judíos— que curó sus heridas y lo llevó a una posada cubriendo sus gastos

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De ahí que la nueva Era del Covid nos requiera además de las cualidades mencionadas arriba de paciencia, esperanza, humildad, fortaleza y perdón, la compasión.

¿Creemos acaso que cada uno buscando su propio interés, la sumatoria de intereses arrojará la sociedad ideal?