De Trascender-se intelectualmente

En las entregas pasadas exploramos una de las dimensiones del dominio de sí, el trascender-se. Aclaramos que no todo dominio de sí conlleva el trascender-se humanamente. Existen delincuentes que para su actuar demuestran gran dominio de sí.

En esta entrega exploramos el trascender-se intelectual y dejaremos para otra entrega el trascender-se moralmente. Se trata del salvavidas al que el náufrago puede asirse. Recordemos la descripción que en las entregas recientes hicimos del náufrago. La persona que no piensa por sí misma no tiene voluntad propia y por eso todo lo imita y se deja arrastrar por las modas y los demagogos, no conoce sus talentos y termina haciendo tareas que no le vienen bien.

El avanzar intelectual y moralmente requiere gran esfuerzo. Todo ser humano, si bien cuenta con estupendas posibilidades de desarrollo en ambas dimensiones, cuenta también con un lastre: el de su vulnerabilidad moral y qué no decir de su pereza mental.

Nuevamente, nos apoyamos en un aparte de la Conferencia que Bernard Lonergan ofreció en octubre de 1974 a Hobart and William Smith Colleges en Geneva, Nueva York[i]. Hacemos una traducción libre que además glosamos. 

Del mundo del infante al universo del adulto: una transición mediada por significados

En las entregas pasadas De camino al dominio de si mismo  y De camino al dominio de si mismo parte 2 , contrastamos el mundo precariamente mediado del infante con el mediado por significados del adulto.

El infante –que etimológicamente es un no-hablante—anda ocupado aprendiendo a desarrollar, diferenciar, combinar y agrupar en síntesis que cada vez más abarquen sus capacidades para obrar. Operar los movimientos de la cabeza, de la nuca, los brazos, los ojos, las manos y tener que dominar, el pararse y desplazarse de un lugar a otro: todo ello le requiere un gran esfuerzo.

Dmitry Makeev, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

El desarrollo del lenguaje se inicia tan pronto como oye. Sin embargo, solo dirigido a los objetos que lo rodean y los significados precarios que se dan, se refiere solo a ese mundo inmediato que no va más allá de la habitación en la que se halla.

En cambio, para el joven, al avanzar en el dominio del lenguaje, la situación limitante de significados del infante se transforma y amplía. Las palabras ya no solo denotan el presente, sino lo ausente, lo cercano y lo lejano, el pasado y el futuro, lo que es y será, lo posible, lo ideal, y lo que debe ser.

El adulto pasa de vivir ya no en el mundo del sentir inmediato del infante, sino a un mundo más amplio que se nos ofrece gracias a las memorias de los demás, al sentido común de la comunidad, a los relatos de la literatura, al trabajo de investigadores, a los hallazgos de la ciencia, a las experiencias de los místicos y a la meditación de filósofos y teólogos.

Este vasto mundo mediado por significados no forma parte únicamente del mundo de la experiencia de cualquier persona. Ni siquiera es la suma, ni la integración o totalidad de todos los mundos de la experiencia personal, no, los supera a todos. Esto se debe a que el significar no se repite, sino que va más allá del sentir (experimentar). Lo significado no es solo lo sentido, sino además lo entendido y afirmado por el común. Si a lo ya entendido se agrega lo juzgado, se hace posible un mundo más amplio mediado por significados. Además, esto es lo que le brinda su estructura y unidad, que lo configura en una totalidad ordenada de diferencias infinitas, aunque parcialmente conocidas. Mundo, sin embargo, que también se halla en medio de una penumbra de cosas de las que sabemos algo, pero que nunca hemos explorado, una región desconocida. Y es a este mundo mediado por significados y en el que vivimos nuestras vidas al que nos referimos por “la realidad”.

Téngase presente que ese mundo mediado por significados también es inseguro, ya que el significado es inseguro, ya que junto a la verdad existe el error, junto a los hechos se da la ficción, con la honestidad aparece el engaño y la mentira y, finalmente, paralela a la ciencia, se da el mito.

Aunque el adulto fue infante y niño, sigue siendo la misma persona[ii], y de alguna manera aquel mundo no mediado pervive en él en su memoria.

El adulto no migra de su mundo anterior como quien va de la tierra a Marte. Si bien su mundo de infante pervive en él, como adulto lo aprehende de modo diferente a cómo lo aprehendía como infante. El mundo del adulto incluye una multitud de cosas que como infante no conocía.

El mundo del infante, insistimos, solo aprehende lo que le brindan sus sentidos. En cambio, el mundo del adulto no solo lo configura sus sentidos, sino lo captado por la inteligencia, junto con lo afirmado o negado por el juicio. Con otras palabras: agregar relaciones y agrupaciones, seriar y generalizar, construir y extrapolar: todo esto lo obra la inteligencia. También agregar las distinciones que hacen los juicios entre la ciencia y los mitos, la honestidad y el engaño, los hechos y la ficción, la verdad y el error.

Si las operaciones cognitivas se distinguen entre ellas, entonces también se distinguirán los criterios de objetividad que las caracterizan. Para el mundo precariamente mediado del infante, basta el criterio de la experiencia (del sentir), es decir, que se dé lo visto para la vista, que se dé lo audible para la escucha, lo sensible para el tacto, el sabor para el gusto, el aroma para el olfato. En cambio, para el mundo mediado por significados, si bien el criterio dicho de la experiencia es necesario, no es suficiente; también se necesitan criterios para el empleo adecuado de la inteligencia; y no menos, criterios para la necesaria y suficiente evidencia que garanticen juicios verdaderos.

Por lo abstracto de este pensamiento no parecieran surgir dificultades importantes. Sin embargo, surgen cuando se estudian los casos concretos de cómo piensa el matemático cuando hace matemáticas, el físico cuando hace física y así en cada disciplina hasta llegar al hombre común cuando piensa con su sentido común.

En cambio, lo que prevalece en las personas es el navegar desde la infancia por la educación formal y ejercer las operaciones cognitivas luego de un adulto, sin una noción clara de lo que dicha actividad intelectual representa. Caen en cuenta de lo aprehendido por sus sentidos y sentimientos. Distinguen bien en lo hablado o escrito, algo inteligente y algo que no lo es, entre lo razonable y lo estúpido. Saben lo que sucede entre lo sentido y lo pensado y el lenguaje posterior, así este sea confuso y no creíble, tanto lo que asimila como información, procesa, y emplea luego como conocimiento; pero lo que sucede al interior de la mente es como si se tratara de una caja negra.  [Esto fue escrito en 1974, hace 50 años. Los avances de la neurociencia han descifrado hoy aspectos importantes de esa “caja negra” ].

AndrewHorne, Public domain, via Wikimedia Commons

El trascender-se intelectual y el dominio de la mente

El trascender-se intelectual es el lograr el dominio de la propia mente. Implica atender a cada una de las operaciones, identificándolas, comparándolas, distinguiéndolas, nombrándolas, relacionándolas, cayendo en cuenta de su estructura dinámica, de cómo emergen y cómo se desarrollan.

Las operaciones intelectuales obran sobre lo provisto por los sentidos: entiende lo escuchado, lo visto, lo tocado, lo gustado, lo olfateado. Responde al qué, al cómo, al dónde, al cuándo de las cosas, de la relación con los otros y con nosotros mismos. Lonergan las describe como indagar, imaginar, entender, concebir y formular.

[Entre estas operaciones intelectuales, Lonergan resalta una en particular: la intelección (insight) a la que le dedica una investigación publicada en un libro de 600 páginas. Para él nos sucede  “[…]que en lo íntimo de todos nosotros, dispuesta a surgir cuando se aquieta el barullo de otros apetitos, hay una tendencia a conocer, a comprender, a ver el porqué, a descubrir la razón, a hallar la causa, a explicar […] el hecho de la indagación está fuera de toda  duda”. Puede absorber a cualquiera. Puede cautivarlo por horas, día tras día, año tras año, dentro de la celda estrecha de su estudio o su laboratorio […]” Luego ese acto de intelección nos llega como una liberación de la tensión de dicha indagación.

En segundo lugar, el acto de intelección adviene súbita e inesperadamente. No se logra aprendiendo reglas, ni siguiendo procedimientos o metodologías. “El descubrimiento es un comienzo novedoso. Es el origen de nuevas reglas que sustituyen y complementan las anteriores. El genio es creativo. La genialidad no se anticipa ni se produce».”

En tercer lugar, el acto de intelección es producto de elementos internos y no de circunstancias externas. El ejemplo que emplea Lonergan es el de Arquímedes cuando, sumergido en la tina de Siracusa, da con la solución al problema que le había planteado el Rey Hierón de sí su corona era de oro puro o no. El desplazamiento del agua con su cuerpo le inspira el principio hidrostático a Arquímedes. Este llevaba días dándole vueltas al problema y su ¡Eureka! fue la culminación de la tensión acumulada, pues da con la solución: para objetos de igual peso, pero de metales de diferente densidad, desplazan diferentes volúmenes de agua.

Giammaria Mazzucchelli, Public domain, via Wikimedia Commons

Todo ello requirió un planteamiento exacto del problema, pensarlo con diligencia hasta con desesperación y hallarse en un estado permanente de alerta.

En cuarto lugar, el acto de intelección gira entre lo concreto y lo abstracto. El concepto de densidad de los cuerpos y su formulación con símbolos matemáticos surgen mucho tiempo después de la noción que intuyó Arquímedes. En términos de Lonergan: “[…] en virtud de que la significación e importancia del acto de intelección van más allá de cualquier problema o aplicación concretos, la gente formula las ciencias abstractas con sus números y símbolos, sus términos y fórmulas técnicas, sus definiciones, postulados y deducciones. Así, por su propia naturaleza, el acto de intelección es el mediador, el gozne, el pivote. Es un acto de intelección dentro del mundo concreto de los sentidos y la imaginación. Sin embargo, lo que se conoce por el acto de intelección, lo que el acto de intelección añade a las presentaciones sensibles e imaginadas, no encuentra su expresión adecuada sino en las formulaciones abstractas y recónditas de las ciencias.”[iii]

En quinto lugar, el acto de intelección, una vez que sucede, pasa a ser algo de nuestro conocer habitual. Cuando Arquímedes va luego a donde al Rey Hierón estaba operando a partir de algo que él comprendió y que por ello podía explicárselo al Rey de modo que este también lo comprendiera. Luego, Arquímedes en su vida intelectual, pudo adicionar otros actos de intelección que complementaban el inicial. Es lo que sucede con todo aprendizaje. El maestro de vocación logra interesar a su alumno en el problema e inicialmente lo lleva prudentemente de la mano hasta que en este se sucede su propio acto de intelección. Si dicho alumno quedó lo suficientemente interesado en proseguir, seguirá su camino en la cadena de intelecciones que lo llevarán a otros hallazgos, superando posiblemente los de su maestro.[iv]

En cambio, las operaciones reflexivas y evaluativas disciernen, juzgan, deciden y llevan a obrar. Por ellas y en ellas nos trascendemos moralmente. Lo complejo aquí es el mundo de la moralidad. En nuestra siguiente entrega miraremos un ejemplo que nos adentra en dicha complejidad. 

[i] Bernard Lonergan “Self-transcendence: Intellectual, Moral, Religious” en Collected Works of Bernard Lonergan: Philosophical and Theological Papers 1965—1980.  Vol 17. Toronto: University of Toronto Press. 2004 pp. 313-331

 [ii] En la cultura actual esta verdad milenaria se pone hoy en duda. Las ideologías de género, transgénero, etc. niegan la permanencia y universalidad de la naturaleza humana; afirman que esta es asunto del gusto y capricho de la persona.

[iii] Lonergan, Bernard. Insight: Estudio sobre la comprensión humana. Traducción de Insight A Study or Human Understanding.

[iv] Lonergan, Bernard. Insight: Estudio sobre la comprensión humana. Traducción de Insight A Study or Human Understanding.