¿Un solo cuerpo en el matrimonio?

En la cultura contemporánea argumentar por la indisolubilidad del matrimonio es un sinsentido. Todas las legislaciones de los países amparan el divorcio. La frontera del debate se halla en cambio hoy en la legalidad de las parejas homosexuales. Sin embargo, aquí exploramos el “sinsentido” de la indisolubilidad del matrimonio natural, es decir el de la unión de una pareja conformada por un hombre y una mujer que se prometen amor hasta que la muerte los separe.

Donación de personas

Hay quienes creemos que el matrimonio es una unión entre un hombre y una mujer que se prometen amor, como donación de personas, hasta que la muerte los separe. Además, esa promesa es pública frente al sacerdote como testigo de Dios, y ante una comunidad.

Sí, se trata de creyentes en el Dios amor lo suficientemente enamorados para arriesgarse a esa promesa para el resto de sus vidas. Un compromiso de ese talante es para la cultura contemporánea un sinsentido.

La gracia de estado

La Iglesia Católica se refiere a dos sacramentos de estado: el sacerdocio y el matrimonio. Se refiere también a la gracia de estado. Es decir, que el religioso y sacerdote que opta por ello recibe de Dios la luz y fuerzas para perseverar en su estado siempre y cuando cultive su relación con Dios.

Un religioso hace votos de pobreza, castidad y obediencia. Si no cultiva la oración, la mortificación, la caridad y otras virtudes se convierte en presa fácil que cae. Todos los seres humanos somos vulnerables moralmente.

El matrimonio, también requiere cultivar la relación con Dios. No se hacen allí los votos del religioso, sin embargo, si la pareja no vive la oración, la mortificación, el amor y le dan cabida a Cristo en medio de su hogar, también se hacen presa fácil que caen.

La fidelidad y el amor conyugal de donación y abierto a la vida es sólo posible, y muy particularmente en la cultura contemporánea, con la gracia de Dios. Es decir, que el matrimonio así concebido es análogo al estado religioso. Esa fidelidad y ese estilo de amor es tan exigente como lo puede ser la castidad en el religioso (sacerdote o integrante de alguna comunidad) que a su vez son solo posible como gracia divina.

El sinsentido de la fidelidad y de la indisolubilidad del matrimonio: “una sola carne”

matrimonio

Quienes se hallan imbuidos por la cultura actual y aducen un sinsentido a dicha fidelidad, a dicho amor y a su indisolubilidad son coherentes en su pensar; y se hallan al servicio de esa cultura.

En nuestro estado natural sin la gracia de Dios, no somos capaces de ello. Estos, fidelidad e indisolubilidad, solo son posible con la ayuda divina. Son posible solo por la fe como don de Dios que queremos y pedimos y al que nos preparamos con la oración y con la práctica de los mandamientos y los sacramentos.

Tanto en el Génesis como el Nuevo Testamento, Dios se refiere a que la pareja así forma una “sola carne”. Esto bien lo sabe el viudo que con la partida de su amada “su carne” queda desgarrada.

La noche del amor

El amar a la pareja, en ocasiones, es una “noche” como acertadamente afirmó San Juan de la Cruz respecto a las tres virtudes teologales: la fe es como una noche del entendimiento, la esperanza es como una noche de la memoria y el amor como una noche de la voluntad. Entonces aquí entra la negación. Sí. Amar exige las más de las veces negarnos a nosotros mismos.

Seguir y amar a Jesús exige negarse a sí mismo y tomar nuestra cruz. No insinuó con ello que el matrimonio sea siempre una cruz, pero hay ocasiones en que sí lo es. El sufrimiento es un dato de la vida humana; la cultura mencionada lo soslaya. Es una de las razones para el consumo desaforado o el empleo indiscriminado de los servicios de salud.  En cambio, es la familia la que mejor contribuye a mitigarlo las más de las veces con su gozo y sana alegría.

Una emoción puede despertar el amor y llegar a un sentimiento. Por lo general así nace el enamoramiento. Pero este no basta para perseverar y resistir las dificultades y los embates de la vida. La promesa hay que renovarla todos los días; igualmente, el perdón debe abundar. Hay razones del corazón que la razón no entiende afirmó Blais Pascal. Pero también hay razones de la esposa que el corazón no entiende. Un ejemplo es el “sexto sentido de la mujer”. Ella no puede explicar su intuición, pero las más de las veces es acertada.

¿El matrimonio más exigente que el sacerdocio?

En la Sagrada Escritura no se menciona del sacerdocio lo que, en cambio, sí del matrimonio: que este no es disoluble. El hombre casado que deja su mujer y se une con otra comete adulterio, al igual que la casada que deja su marido y se va con otro. No conozco pasaje análogo para el sacerdote o religioso.

el compromiso del matrimonio

La defección de un religioso o religiosa o sacerdote es algo doloroso para todas las partes. No pareciera así en la cultura contemporánea para el caso de los casados que han llegado a tal situación de agresión y desamor que deben separarse. Pero sí que lo es doloroso y de gran sufrimiento para los hijos.

¿El matrimonio católico requiere una vocación religiosa?

En resumen, el matrimonio católico requiere una vocación religiosa. Quienes hoy se casan por “la Iglesia” sin un conocimiento profundo sobre las exigencias de tal unión, quedan al garete de las modas y de las legislaciones auto denominadas “avanzadas”. Caen de bruces en medio del combate descarnado contra dicho matrimonio que la cultura vigente viene librando. Quedan en manos y mente de quienes no tienen la más remota idea de que el matrimonio natural es un invento divino, modelo del amor de Jesús por la Iglesia, y antesala para conocer el amor divino. Algo de mayor talante a un simple contrato de convivencia económica y sexual.

Octubre 7, 2021