¿Qué es la religión?

Algo que nos alertan los estudiosos de las religiones y en particular sobre su origen es la complejidad implícita en el modo de relación del individuo con la(s) divinidad(es). No caemos en cuenta que ha habido un desarrollo, una transformación de dicha relación.

En toda religión actual el creyente tiene la posibilidad de relacionarse directamente con lo divino. En lo que sigue observaremos que eso no fue siempre así.

Además, la noción de bien y de plenitud humana (flourishing en inglés) también se transforman en el tiempo. Dicha transformación contribuye a hallar respuesta a la pregunta que animan estos escritos: la relación que una cultura profana tiene con el tedio y hastío de algunas personas hoy; al punto de darse legislación actual que legaliza  la existencia de suicidios asistidos por el Estado.

Religión

Las acepciones que trae la Real Academia Española [RAE] para el término “religión” se refieren a: “Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad[1], de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.” O “Virtud que mueve a dar a Dios el culto debido” y otra “Profesión y observancia de la doctrina religiosa”, y finalmente, “Obligación de conciencia, cumplimiento de un deber”.

En lo que a las religiones universales se refiere:  islam, budismo, hinduismo, judaísmo y cristianismo, solo la primera pareciera crecer. Sin embargo, se cree que el 84% de la población mundial es creyente en alguna religión (Sherwood, 2018).  Para entender esa realidad y el desarrollo de esas religiones universales contribuye explorar algo de su historia. Para ello emplearé inicialmente un artículo del filósofo canadiense Charles Taylor “What Was The Axial Revolution”(Taylor, 2012) que paso a resumir.

La Era Axial (800 a.c. a 200 a.c.) fue el período en el cual personajes como Buda, Confucio, Sócrates, Jeremías, con sus vidas y obras innovaron transformaciones de gran aliento en las creencias, pensamiento, organización social y política de sus sociedades. Entre los temas y asuntos coincidentes, sin conocimiento alguno entre ellos, se halla para Taylor en esa Era Axial la manifestación de una nueva tensión entre el orden mundano y el orden trascendental.

[1] Cuando la “divinidad” no es Dios, entonces es fácil caer en la idolatría. Por ejemplo, la Escuela Pitagórica del siglo V a.c. cayó rápidamente en esa tentación considerando los números y las matemáticas como entes divinos.  (Luque, Bartolo; Calero, 2019)

Lo transcendente

Lo trascendente tiene varios significados.

  1. Puede pensarse como un ir más allá tanto del mundo humano como del cosmos.
  2. Un punto de vista desde donde el orden existente tanto en el cosmos como en la sociedad pueden ser denunciados o criticados (Ejemplo, los profetas judíos que condenan, en nombre de Dios, el modo licencioso de vida de los israelitas). A su vez la Era Axial señala también:
  3. Un pensar de segundo orden donde se critican las formulaciones de las nociones y conceptos empleados para describir y operar en el mundo de ese entonces.
  4. Una globalización implicada en que lo trascendente y principios de crítica valen no solo para la sociedad donde los innovadores vivieron, sino para otras sociedades.
  5. Un proceso de “desincorporación” que enseguida se explica.
  6. Finalmente, la Era Axial puede pensarse como un cambio en el modo de “surtir a los dioses”. Si el bien humano anhelado era el de la prosperidad (flourishing) era un hecho en ese entonces que los dioses no siempre eran afectos a los humanos para concederles esa prosperidad. De ahí la necesidad de complacer la divinidad para obtener ese bien humano.

Sucede en dicha Era un cambio a un modo diferente de concebir el bien. Si antes bastaba la prosperidad humana como bien anhelado ahora se anhela un bien superior. Se da en su lugar la aspiración a una virtud total o salvación de índole espiritual, ya no solo material. Si bien los dioses ahora sí son afectos a los humanos no se niega la existencia de Satanás o Mara que, sin ambages, se hallan siempre en contra de los humanos

El Diablo cargando a la Bruja de Berkeley de la Crónica de Nuremberg

El aceptar el mal como el lado negativo del cosmos y no como algo absoluto e inaceptable, sino como imperfección surge la posibilidad de superarlo.  Interpreto que la idea de progreso tiene su origen en esta imperfección ahora sí superable. Vuelvo a esto más adelante.

Modos de relación con la(s) divinidad(es)

Es posible entender la profundidad y extensión de dicha Era Axial si se considera la vida religiosa de pequeñas sociedades primitivas anteriores a ella que, aunque se cuente solo con datos precarios, puede especularse sobre algunas de sus prácticas y creencias. Taylor propone hacerlo considerando cómo esas formas religiosas “incorporan” “incrustan” (embed) al individuo de tres maneras diferentes a partir de las cuales este se relaciona con la divinidad.

En primer lugar, lo incorporan socialmente. Es posible pensar que tanto en el paleolítico como en el neolítico el principal agente de la acción religiosa –invocar, orar, sacrificar, propiciar, curar, ser protegido, ser curado, ser guiado—era el mismo grupo social o un agente especializado para ejercer esas funciones. Es decir que, en las sociedades primitivas, el individuo incorporado, formando parte de la sociedad, era esta la que se relacionaba con la divinidad o divinidades.

El individuo, inmerso en su sociedad (tribu, clan, linaje), representado por esos agentes especializados (sacerdotes, chamanes, adivinos, curanderos) que ejercían en nombre del grupo acciones religiosas se relacionaba con la divinidad. Insistimos, el individuo inmerso, incorporado, incrustado, integrado como integrante del grupo; su identidad se debía al grupo. No se le ocurría siquiera pensarse fuera del grupo. Situación difícil de entender para el lector actual que vive en una sociedad de individualismo rampante.

Los estudiosos de las religiones primitivas hallan datos veraces en grupos de población denominados como tales.

población primitiva namibia

La existencia de ese agente especializado que representaba al grupo ante la divinidad alentaba la inequidad social difícil de combatir por el hecho de que el mismo grupo adquiría un carácter sagrado. Es a esta forma de inequidad, dominación y explotación que la Ilustración, milenios después, se opuso con vehemencia.[2]

Al igual que el individuo se halla incorporado a su grupo de modo sagrado, se halla también, en segundo lugar, la sociedad incorporada al cosmos, a la naturaleza. Taylor considera que esto es válido para grupos sociales donde existen creencias relacionadas con un Totem, por ejemplo. O también en grupos en la Edad Media. Para él, en el mundo encantado de esa época, aunque para quienes Dios se hallaba fuera de la naturaleza, no por eso dejaban de creer en espíritus, reliquias y sitios sagrados.

Desincorporarse,  desvincularse el individuo de su tribu de su grupo

Una tercera manera de hallarse el individuo incorporado a lo sagrado, adicional a lo de su grupo y del grupo en el cosmos, es el modo de la solicitud hecha ahora sí directamente por el individuo a las divinidades y poderes sobrenaturales. Es en esta manera que el individuo ruega por su bienestar entendido como “prosperidad” (flourishing), la que incluye:  salud, vida larga, fertilidad; a la vez que preservado de enfermedad, escasez, esterilidad y muerte prematura. Taylor lo llama “el bien humano”.

[2] Solo para terminar dicha ilustración imponiendo la razón cómo única fuente de autoridad y poder, al punto que hoy la tecnocracia –los ilustrados de nuestra sociedad–  abarca lo político impidiendo la manifestación del ciudadano común incluso por medio de sus representantes en las formas convencionales de la democracia liberal; por ejemplo:  en sus diversas formas de asambleas legislativas.

El grabado de Albrecht Durer expresa bien la relación entre individuo y divinidad.

 

individuo_y_divinidad

La actividad de pesar e intercambiar granos ilustrada en un ánfora del siglo VI a.c. ilustra la noción de bien material que formaba parte de la noción de plenitud humana.

pesar e intercambiar granos

Esto que pareciera ser lo natural de cualquier religión primitiva o no, en las religiones, que llamamos desarrolladas, también se da. Sin embargo, en estas se cuestiona la interpretación humana del bien como simple bienestar humano; se considera que dicho bien humano se queda corto. En estas religiones desarrolladas se espera que ese bien vaya a más, a algo superior a esa simple prosperidad. En palabras de Taylor:

En el cristianismo y el budismo, por ejemplo, existe una noción del bien que va más allá de la prosperidad humana, que puede lograrse incluso en la ausencia de lo que se entiende por esa prosperidad humana (muriendo joven en una cruz); o abandonando todo lo relativo a esa prosperidad (finalización del ciclo de reencarnación). La paradoja del cristianismo con relación a esas religiones tempranas o primitivas es que, de una parte, asegura una benevolencia incondicional de Dios hacia el ser humano; es decir, no existe ningún tipo de ambivalencia como en las divinidades tempranas. De otra parte, refina nuestras metas al punto de que estas superen las de la prosperidad humana deseada. (Taylor, 2012, p. 34)

El bien humano

Estos elementos de las religiones primitivas se transforman en la Era Axial, pero especialmente en lo referente a la consideración el bien humano. Se cuestiona el modo como se obtenía la prosperidad humana lo que, a su vez, tiene consecuencias sobre la estructura de la sociedad y la noción del cosmos. De una parte, el orden de lo trascendente, es decir, el mundo de Dios, de los dioses, de los espíritus, del cielo, que antes contenía elementos ambiguos de favorabilidad o no al bien humano, ahora se vuelve, sin ambigüedad, favorable a dicho bien. De otra, los mismos términos de “lo trascendente” y del “bien humano” se reconceptualizan en el proceso.

Lo trascedente puede ahora hallarse más allá del cosmos, como sucede con el Dios Creador del Génesis, o el Nirvana del budismo. O si permanece en el cosmos, repito, pierde su carácter ambivalente, como sucede con el “Cielo”, o con el garante de una norma justa en el pensamiento Chino, o en el orden de las Ideas de Platón cuya clave es el sumo “Bien”.

Esperamos haber descrito brevemente la complejidad implícita en el desarrollo de las religiones y la importancia de la Era Axial en dicho desarrollo. Y con ello ir aproximando respuestas a las preguntas que nos planteamos en el escrito anterior:

¿Es la indiferencia religiosa una de las razones que lleva al tedio y al hastío de la cultura contemporánea?

Para responder a esta pregunta dijimos que abordaríamos el qué es la religión y qué es ser creyente. Lo primero esperamos haberlo abordado. En la próxima entrega abordaremos lo segundo.

Luque, Bartolo; Calero, J. (2019). Números irracionales. Eslovenia: EMSE EDAPP, S.L.

Sherwood, H. (2018). Religion: why is faith becoming more and more popular. The Guardian. Retrieved from https://www.theguardian.com/news/2018/aug/27/religion-why-is-faith-growing-and-what-happens-next

Taylor, C. (2012). What Was The Axial Revolution? In R. N.

Bellah & H. Joas (Eds.), The Axial Age and its Consequences. Czmbridge, Mass: The Belknap Press of Harvard University.