Creencias religiosas

En escritos anteriores «La Fe y otras formas de fé» y las entregas sobre el «conocimiento, creencias y postverdad parte 1,2 y 3» ofrecemos argumentos para limar diferencias aparentemente irreconciliables entre pensamiento científico y pensamiento religioso. En este nos concentramos en el pensamiento religioso con el fin de limar diferencias también aparentemente irreconciliables entre diversas religiones.

Nuevamente, nos apoyamos en el libro de Bernard J. Lonergan Methods in Theology. En esta ocasión su sección 8 “Creencia religiosa” del capítulo 3 Religión, del cual ya hemos tomado algunos apartes.

Escrito hace ya medio siglo, considero que su pensamiento y sus aportes para sentar los fundamentos de una investigación teológica cuya lógica dialogue con la lógica de la ciencia contemporánea son lúcidos.

Continuo con la traducción libre acompañada por glosas de mi autoría que señalo en corchetes del estilo […]

Creo porque quiero, no creo porque no quiero….

Entre los valores que la Fe discierne –escribe Lonergan— se halla el valor de creer en la palabra de la religión en consideración; aceptar sus juicios de hecho y los juicios de valor que propone la religión. Tales creencias y su aceptación poseen la misma estructura de las creencias y el creer descritos anteriormente.[1] Solo que ahora la estructura descansa sobre otro fundamento y este es el de la Fe[2].

 

Imágen de Buda

Si bien la experiencia religiosa[3] es personal e íntima, sin embargo, no es solitaria. El mismo don pueden recibirlo otros, y estos pueden reconocer una orientación común en sus vidas y sentimientos, en sus criterios y en sus metas. A partir de una comunión compartida con Dios, surge una comunidad religiosa. 

Mezquita-la meca

Expresiones imperativas de la religión

La comunidad invita a su expresión, expresión que puede variar.  Por ejemplo, su expresión puede ser imperativa exigiendo el amor a Dios por sobre todas las cosas, al igual que el amor al prójimo a partir del amor a uno mismo. [Estas expresiones imperativas llevan en diversas confesiones a un proselitismo, por ejemplo, de puerta en puerta. O a fundamentalismos como atarse bombas a la cintura y activarlas en un centro comercial].

Otro modo de expresión puede ser el de la narrativa del origen y desarrollo de la comunidad. Una tercera forma de expresión puede ser ascética y mística, señalando el camino de un amor no mundano y alertando sobre los peligros presentes a lo largo de la travesía de la vida.

Torah

 Tomado de freepng.es

La enseñanza indispensable para ilustrar a los nuevos integrantes

estudiantes católicos

 Tomado de Wikimedia

También puede tratarse de un compendio de estos cuatro modos de expresión, o de dos o tres de ellos. O pueden fusionarse todos en una síntesis armónica, o puede emplearse tan sólo un modo tratarlo como fundamental y emplearlo para manifestar o interpretar los restantes. Como también pueden las expresiones permanecer invariantes durante siglos o periódicamente desarrollarse y adaptarse a condiciones sociales y culturales cambiantes.

Huxisanxiaotu

Tomado de: Wikipedia

Las comunidades permanecen. En la medida que los nuevos integrantes reemplazan los anteriores, las expresiones se vuelven tradición. La religión se torna histórica en el sentido general que existe en el tiempo y provee los componentes fundamentales de los procesos en curso, ya sean del desarrollo personal, de la organización social o del sentido cultural del valor.

hindu

Tomado de: Wikipedia

¿Enamorado de DIOS?

Sin embargo, existe un sentido más profundo en el que una religión es histórica. El estado dinámico de hallarse enamorado[4] posee la índole de una respuesta. Es la respuesta a la iniciativa divina. Dicha iniciativa no es solo que somos criaturas. Tampoco es solo el regalo de amor de Dios. Se da la entrada personal del mismo Dios en la historia, la comunicación de Dios a su gente, la venida de la Palabra de Dios al mundo de la expresión religiosa. Tal era la religión de Israel. Tal ha sido el cristianismo.

Saint John Joseph of the Cross

Tomado de: Wikipedia

Luego no sólo es la palabra interior del amor que Dios nos regala, sino su palabra exterior en la tradición religiosa que también viene de Él. El don del amor de Dios tiene su contraparte (matched) en el mandamiento de amarlo irrestrictamente, con todo nuestro corazón, mente, alma y fuerzas.

La narrativa del origen religioso

La narrativa del origen religioso es la narrativa del encuentro de Dios con su pueblo. De ahí que el esfuerzo religioso por ser auténtico por medio de la oración, el sacrificio y el amor religioso al prójimo demostrado en obras sea un apostolado. Pues “[…]los reconoceréis por sus obras.” (Mt. 7:20) Finalmente, la palabra de expresión religiosa no es solo la objetivación del don del amor de Dios; de modo privilegiado también posee un sentido concreto, el de la misma palabra de Dios.

Surgen preguntas que ya no son metodológicas sino teológicas. Preguntas referidas a la revelación, a la inspiración, a la Escritura, a la tradición, al desarrollo, a la autoridad, a los cismas y a las herejías. Preguntas que pertenecen al campo teológico y que no abordamos.

Se espera que al haber distinguido entre Fe y creencias se hayan sentado las bases no solo para un encuentro ecuménico, sino también para el encuentro entre todas las religiones basadas en la experiencia religiosa. Ya que en la medida que dicha experiencia sea auténtica, se hallará orientada al misterio y al asombro; tendrá el poder de un amor irrestricto que revela y defiende todo lo que es verdaderamente bueno; y permanece como vínculo que une la comunidad religiosa, encauza sus juicios comunes y purifica sus creencias.

Las creencias pueden diferir, pero detrás de ello se halla una unidad profunda. Recuérdese que las creencias parten de juicios de valor, que los juicios de valor que conciernen a las creencias religiosas parten de la Fe, del “ojo” del amor religioso, un “ojo” que puede discernir las revelaciones de Dios.

En la cultura contemporánea, referirse a la religión, al amor en general, al amor de Dios en particular, al estado de enamoramiento, suele causar resquemor. Lo más cercano en referencias a la religión que es aceptable es el término: “lo espiritual”. En círculos intelectuales y académicos se puede hablar de meditación, meditación transcendental, budismo, budismo zen y taoísmo. Claro de cruzadas, inquisición y fundamentalismos, pero no de amor de Dios y mucho menos de Iglesia como Madre y Maestra.

Un modo de superar estos prejuicios es el emplear el pensamiento crítico ¿y cuándo se da este?

El pensamiento crítico que revela nuestros sesgos

El pensamiento crítico se da cuando nos hacemos las preguntas pertinentes en el momento oportuno. Se ejerce poco ya que es incómodo caer en cuenta de nuestros errores. Como no todo lo podemos corroborar, dependemos en gran medida de nuestras creencias y estas a su vez de la veracidad de las personas, documentos, o hechos en que colocamos nuestra confianza. En nuestra cultura actual hay quienes colocan su confianza en los “likes”. Con otras palabras, en lo que gusta y a otros gustó independiente de su veracidad. Dicho de otra forma: “verdades” que lo son más por acudir a las emociones antes que a la razón. Tema que hemos tratado en “Conocimiento, creencia y posverdad” (junio 27 2022)

Aunque las preguntas a las que nos referimos se refieren al qué, el cómo, el cuándo, el para qué y el por qué, de cosas, personas y acontecimientos, finalmente llevadas a sus últimos fundamentos se refieren a la vida y a la idea de la persona humana que atesoramos. Cuyas respuestas marcan nuestro modo de pensar y de vivir.]

[1]Ver “Conocimiento, creencia y posverdad” (junio 27 2022) en donde argumentamos que toda creencia pasa no solo por nuestro intelecto, sino por nuestra voluntad también, es decir, creemos en algo o alguien porque ‘queremos creer’, y lo contrario, no creemos porque no queremos.

[2] En el artículo “La Fe y otras formas de fe” (abril 11 2022) distingo entre Fe con mayúscula y fe(s) con minúscula para referirme con estas a todas las creencias que sin conocimiento inmanente estamos dispuestos a colocarnos en manos de expertos: por ejemplo, el investigador que cree en los hallazgos publicados por una revista científica, o el cirujano que nos va a intervenir, o en el piloto que volará el avión que tomaremos. La Fe con mayúscula es la propiamente referida a la Fe religiosa.

[3] F. Heiler en su libro History of Religions se refiere a siete rasgos comunes a las grandes religiones en que la experiencia religiosa se sucede: cristianismo, Judaísmo, Islam, Zoroastrismo, Hinduismo, Budismo, taoísmo y Mazdeísmo: 1) Existe una realidad transcendente; 2) Se halla inmanente en los corazones humanos; 3) De suprema belleza, verdad, justicia y bondad; 4) Que es amor, misericordia y compasión; 5) Que el camino hacia dicha realidad es la contrición, el sacrificio y la oración; 6) Que lleva al amor del prójimo incluso al amor de nuestros enemigos; y 7) Que el camino es el del amor a Dios, y la felicidad se concibe como conocimiento de Dios, unión con Él o fusión en Él.

[4] En la cultura contemporánea no es frecuente hablar de enamoramiento, incluso para muchos ni siquiera conocen la palabra, aunque sí han escuchado algo del “amor romántico”. A ello contribuye, de una parte, algunas manifestaciones del “amor” de pareja a lo Hollywood que son totalmente emotivas, pasajeras y a lo sumo se expresan en una noche en la cama; lo sexual reducido a su más fugaz expresión. De otra parte, las redes sociales y aplicaciones de relacionamiento y emparejamiento discriminan a los no apuestos o a las no esbeltas y bellas. Ya existen estudios sobre los efectos deletéreos de esta discriminación, que generan problemas mentales y depresiones agudas en jóvenes adultos.

Las etapas convencionales del noviazgo, donde las parejas se conocen entre sí y a los padres y familia del otro(a), “piden la mano” y no cohabitan antes del matrimonio, para muchos son prehistóricas. Sin embargo, permiten que el enamoramiento, el amor románico, corra su curso madure, al punto que el matrimonio sea un acontecimiento no solo emotivo, sentimental, sino racional y para los creyentes algo sagrado: un sacramento. Aún más, el amor conyugal en su expresión como donación de personas y no como objeto únicamente sexual (a lo Hollywood) requiere la promesa de fidelidad y si procrean, pues el compromiso de por vida para amar, sostener, y educar al ser humano producto de su unión conyugal.

Hablar de enamoramiento en la relación con Dios para muchos parecerá insólito. Pero es la realidad para el creyente cristiano. Dios ama a su criatura y es Dios quien toma la iniciativa. La criatura acepta o rechaza. Aceptar implica acoger sus mandamientos y esforzarse por conocer su voluntad para llevarla a cabo. Con Dios no siempre sucede lo del “amor a primera vista” que sucede entre personas. Nuestra aceptación de su amor es una conversión intelectual y de la voluntad que para el común es asunto de tiempo. Se sucede en el tiempo. Parte en nosotros de la aceptación de nuestra vulnerabilidad moral y del reconocer nuestras ofensas a Él y a nuestro prójimo. Reconocimiento nada fácil por hallarse fundamentado en la humildad.